Agricultura
Maíces nativos y riqueza gastronómica
CIUDAD DE MÉXICO . – Expertos en gastronomía y en biodiversidad del maíz y campesinos de diversas regiones del país destacaron que la riqueza de variedades y cualidades alimentarias, nutricionales e incluso medicinales de este grano requiere de mayor valoración y conocimiento social y del Estado con el fin de promover, con política pública, una siembra más consistente de las razas nativas en país y propiciar así mayor variedad de platillos en las cocinas de los mexicanos.
En la videoconferencia “Platillos del maíz; cultura gastronómica ancestral y contemporánea”, realizada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, el subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria, Víctor Suárez Carrera, resaltó la importancia de que los productores mantengan viva la diversidad maicera, con alrededor de 60 razas nativas, y que en ello se realicen prácticas sustentables, agroecológicas, con cuidado al medio ambiente, los recursos agua y suelo y la salud de los consumidores.
La investigadora, activista y defensora de la gastronomía nacional y de nuestros maíces, Cristina Barros Valero, subrayó la relación ancestral del maíz con los mexicanos, que pasó de planta silvestre teocintle al cereal que conocemos, con mazorca, mediante una comunicación de conocimientos ininterrumpida durante unos mil años, esto es 300 generaciones, y ocurrió gracias a la mano humana.
En su intervención en el ciclo de conferencias “Autosuficiencia alimentaria e innovación tecnológica con prácticas sustentables”, señaló que en la milpa el maíz tiene una correspondencia estrecha con otros cultivos y eso se revela también en la mesa.
Por ejemplo, dijo, el frijol aporta cantidades grandes de nitrógeno al suelo, nutriente que requiere el maíz para su crecimiento, y éste le da sostén a la leguminosa para su desarrollo, y en la mesa ambos alimentos potencian sus cualidades nutricionales (proteínas y fibra, entre otras).
Del maíz, comentó, se aprovecha todo: raíz, caña, espiga y fruto, y se utiliza en diversos momentos de su crecimiento: el elote muy tierno en ensaladas; maduro, para hervir y asar; en trozos, para guisos como el mole de olla y pucheros; desgranado, en esquites, frituras y sopas, y germinado, es base de bebidas como el tejuino o tesgüino.
El chef e investigador de la cocina mexicana, Ricardo Muñoz Zurita, consideró que existe un “racismo culinario” ante la comida indígena y heredada de nuestros antepasados.
“Eso es algo triste, pero sin relevancia y falso. Ahora, cuando la ciencia participa en la nutrición, podemos ver cómo los antiguos mexicanos pudieron descubrir y desarrollar alimentos nutritivos como el pozol, que es bebida que consumen muchas personas para ir fuertes a trabajar al campo, o el pinole, que se obtiene de maíz tostado y molido, y que deportistas extremos lo consumen antes de sus rutinas para obtener energía”, agregó.
Detalló alimentos elaborados a base de maíz, que son producto de creatividad de generaciones de mexicanos, como la tortilla, tlacoyos, gorditas, totopos, tamales, elotes dulces y salados, panqués, pozoles y palomitas.
Asimismo, de subderivados de este cereal, como la masa, y las tortillas que elaboran los ñañús, de Querétaro y Guanajuato, y a las que estampan sellos.
Resaltó particularmente la tecnología desarrollada con equipo y creatividad para generar el proceso de nixtamalización.
El investigador del Instituto de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), Flavio Aragón Cuevas, experto en recursos genéticos y diversidad de maíces de Oaxaca, indicó que en esta entidad –líder en riqueza de maíces nativos y en cultura culinaria— existe un abanico de semillas que aprovechan los pueblos indígenas en una gran diversidad de climas y suelos; todos adaptados a cada localidad.
Refirió que hay más de 30 razas de maíz que se cultivan en 600 mil hectáreas del estado, la mayoría nativas; algunas con bajos rendimientos (1.22 toneladas por hectárea) y muchas con nulo uso de agroquímicos, por lo que son maíces orgánicos.
La importancia del maíz en Oaxaca, refirió, es crucial y por ello es necesario preservar la riqueza genética del grano frente a la amenaza de los transgénicos. Oaxaca, expuso, es un estado donde 27 por ciento de la población sufre pobreza alimentaria y es expulsor de migrantes hacia Estados Unidos.
El investigador consideró necesario impulsar la siembra de maíces nativos alrededor de las grandes ciudades para fomentar la economía campesina, preservar los maíces y permitir que la sociedad goce de la gran diversidad gastronómica que ofrece el maíz.
Participan productores de maíz de Oaxaca, Jalisco, Chihuahua y Chiapas
Emiliano Jiménez Martínez, de San Pedro Tututepec, Juquina, Oaxaca, habló de la milpa y los diversos alimentos, como los cuatro básicos: maíz, frijol, chile y calabaza, todos ellos con funciones agroecológicas y de complementariedad unos con otros.
Pascual González Callejo, productor rarámuri del municipio de Bocoyna, Chihuahua, habló del maíz y su cultivo como elemento de seguridad alimentaria en la Sierra Tarahumara.
Ramón Vázquez Mejía, productor de maíces criollos en Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco, expresó su experiencia como participante en la Estrategia de Acompañamiento Técnico del programa Producción para el Bienestar, que se enfoca a impulsar un tránsito hacia prácticas sustentables, por medio del diálogo de saberes entre el conocimiento heredado de los campesinos y el conocimiento científico.
José Bernardo Magdaleno Velasco, de la región La Fraylesca, Chiapas, abordó la producción de maíz con prácticas agroecológicas y la mejora de ingresos que ello supone. Dijo que, para él, el cultivo de maíz con un uso, cada vez menor, de agroquímicos es algo invaluable y se favorece la salud humana.